jeudi 1 septembre 2016

Hablar de Francesca Woodman de otra manera

01 de septiembre de 2016, por Lunettes Rouges



(Artículo original en francés, aquí)



Francesca Woodman, Untitled, Boulder, Colorado, 1972-1975




Debí escribir antes sobre Francesca Woodman, la exposición en la fundación HCB ya se ha terminado. Pero ya hay tantos escritos sobre ella... tanta exégesis, tanta especulación. Y la mayoría habla sobretodo de la persona, de la vida, y naturalmente de la muerte, como si ella explicara todo. El otro día oí a alguien que decía que en la fotografía aquí arriba, que hizo a los 14 años en un cementerio de Boulder (su cuerpo borroso atraviesa una tumba perforada), ya podemos prever su suicidio, siendo que según todos los testimonios es evidente que solamente estuvo depresiva durante el último año de su vida (es más interesante la hipótesis de que su libro la mató, libro único publicado poco antes de su muerte, una parte de ella que se le escapa de repente). Pero es mucho más "romántico" pintar el retrato de una joven atormentada y obsesionada por la muerte desde muy temprana edad. 




Francesca Woodman, Space, Providence, Rhode Island, 1975-1978





Lo que me interesa de Francesca Woodman no son los análisis seudo sicológicos, tampoco enfrentarla a Alix Cléo Roubaud : dos mujeres muertas jóvenes, la una suicidándose y la otra al cabo de una camino de drogas, alcohol y asma; sino su relación tan diferente con el cuerpo : Roubaud hace de él una enseña, una proclamación, una exhibición, Woodman sólo ve un motivo, un elemento de composición. Mientras Roubaud nos arrastra hacia escenografías con artificios, Woodman nos deja ser espectadores sin provocarnos, sin preocuparse demasiado por nosotros.  
Escribía yo hace dos años : " y debo decir mi extrañeza, puesto que para hablar de Roubaud, que yo sepa, nadie ha evocado a Francesca Woodman (además, con doble cultura también) con un destino igual de trágico, una fotografía igual de íntima, pero que me parece, con unos años de anticipación, cuestionó más fundamentalmente que ella la noción misma de fotografía. ¿ Se atreverá algún día un valiente curador a confrontarlas ?" No ha sido el caso todavía y las comparaciones que se hacen son demasiado fluctuantes, demasiado verbosas. 





Francesca Woodman, Space2, Providence, R.I., 1976





Woodman es una fotógrafa del doble, del desdoblamiento, de la fragmentación; su cuerpo es algo así como las esculturas que Rodin hizo al final, son solamente trozos, fragmentos, pierde la unidad para plegarse ante restricciones, para descomponerse ante nuestros ojos. Su cuerpo desnudo no es nunca glorioso, dominante, exhibido, al contrario, es borroso, difuminado, derretido, disimulado, camuflado. Cuando lo creemos abierto, que se ofrece, al instante nos damos cuenta de que está retirado, que se deniega. Algunos verán la duda identitaria, la afirmación incierta de su feminidad; puede ser. Yo veo sobretodo la ambigüedad de las relaciones entre artista y modelo, que, aquí, son (casi, pero no siempre) la única y la misma persona, y el modelo Woodman le resiste a la artista Woodman, y el cuerpo desnudo de Woodman le resiste al ojo voyerista de Woodman. 





Francesca Woodman, Caryatide, NYC, 1980, 201x92cm





Habría que hablar más del humor de Francesca, de la rabia de Francesca, de la ternura de Francesca, del ensueño de Francesca, y escaparse de la visión teleológica explicando todo a través de su malestar. Habría que hablar más de su paleta técnica, del borroso, del espejo, de las paredes arruinadas, y también de los asombrosos diazotipios; cuestionar toda la cultura fotográfica clásica. Y habría que (curiosamente como con otras artistas "trágicas", Frida Khalo, Camille Claudel) escaparse de los estereotipos de cultura y de género para que ante todo, miremos sus fotografías. 

Todas las fotos (c) George & Betty Woodman (sus padres).



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