lundi 19 juin 2017

Dorignac, la obra con negro

14 de junio de 2017, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)

  


Georges Dorignac, cartel de la exposición




Lo que primero atrae es el cartel, aun cuando uno no sepa quien es ese Dorignac (Georges, 1879-1925), una cabeza femenina negra de hechura extraña. La visita del Museo de Bellas Artes de Burdeos (hasta el 17 de septiembre) algo nos reseña sobre ese pintor regional, que vino a meterse en la Ruche, que cayó en el olvido desde 1928 y que hoy es objeto de un intento concertado de rehabilitación, primero en la Piscine, luego en su ciudad natal. Un pintor como tantos en la época, alumno de Léon Bonnat, cuyos retratos familiares y paisajes reflejan la banalidad amable de principios de siglo; maternidad, besos, bodegones, playas. En el piso de arriba presentan sus trabajos decorativos, popurrí de motivos medievales y orientales para biombos, tapicerías o vitrales de los cuales pocos se realizaron.





Georges Dorignac, La Desconocida, 1913




Todo ello tendría solamente un interés regional bastante limitado si Dorignac no hubiera hecho en 1912/13 retratos negros (muestran unos veinte), con tinta, carboncillo o piedra negra (algunas veces con sanguinas o con lápiz amarillo), sobre todo mujeres, anónimos, arquetipos : caras, muy a menudo frontales, de negros profundos, en donde las raras partes más claras, curva del mentón, 
contorno de los labios, alas de la nariz, abombado de los párpados, son solamente reservas. Es el trazo negro el que esculpe las facciones, el que delimita una cabellera abundante o un velo; son caras que se inscriben en fondo blanco ocupando todo el papel (el cual, en un caso, está roto burdamente según la curva de la cabeza), y que casi se salen del margen. Los más intensos son los puramente negros, son más ásperos, más misteriosos, mientras que las mujeres a quienes les realza la pañoleta con sanguina pierden la intensidad y la rareza para volverse más cotidianas. 





Georges Dorignac, Aguila, s.d.




Las mujeres no tienen nombre, la sensualidad de sus caras llenas, su esbozo de sonrisa son sólo reveladores. Bernar Venet realizó algunas obras muy negras (entre las cuales "retratos" fotográficos), que desprenden la misma impresión de distancia, de imposibilidad de comprender quien es la persona. No es igual con los retratos de hombres, de los cuales algunos han sido identificados, como un Soutine amarillento. En el decorado chillón del piso superior, tres pájaros, un águila, un calao y una lechuza fueron dibujados de la misma manera; sus cuerpos negros y densos tropiezan con el borde del papel. Unicamente por esos dibujos tan especiales que no se parecen a nada (aunque por hacer bien y legitimarlo se creen obligados a citar entre otros a Rodin, le Fayoum, Carriès, el arte africano o khmer, etc.) vale la pena visitar esta exposición.


Fotos 1 y 3 del autor



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