jeudi 20 octobre 2016

Los Miró portugueses, recuperados y por fin visibles

16 de octubre de 2016, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Joan Miro, Mujeres y Pájaros, 3 janvier 1968, 245x125cm




Primero que todo esta exposición es un milagro : el banco portugués BPN había adquirido a través de uno de sus clientes japoneses, el coleccionista Kasumasa Katsuta (en ese entonces, sin duda el más grande coleccionista privado de obras de Miró y que se las había comprado en 1991 a Tana von Spreti, viuda del galerista Pierre Matisse), como garantía de un préstamo sin reembolsar o comprándole 85 obras de Joan Miró y las conservaba en sus cajas fuertes sin mostrárselas ni al público, ni a los historiadores y expertos. El banco se quiebra, el estado toma posesión de sus activos y decide vender los Miró en subasta (el Secretario la Cultura declaró que esta colección no era una prioridad para el país). Christie's organiza la venta (el cuadro aquí arriba está estimado entre 5 y 8 M€, el total de la venta por lo menos en 36 M€), pero la oposición socialista protesta, circula una petición y la víspera del día fijado Christie's se preocupa y cancela la venta. Las obras vuelven a Portugal (pero siguen en las cajas fuertes) y finalmente el nuevo gobierno (socialista) decide conservarlas. Se organiza una presentación de las obras (que nunca han sido mostradas al publico) en la Casa de Serralves en Oporto (hasta el 28 de enero). El día de la inauguración el gobierno portugués anuncia que las obras que son desde entonces propiedad del estado, se quedan en el lugar en donde se exponen y hay una nueva controversia pues los lisboetas querían que se quedaran en la capital, y algunos protestan pues las obras estarán en una fundación de derecho privado y no en un museo público (resumí un poco la epopeya). 




Joan Miro, Sobreteixim-saco 14, 1973, 1401x34.5x19cm




Es verdad que no soy especialista de Miró, y otros, empezando por el comisario, sabrán analizar mucho mejor lo que las obras nos enseñan de nuevo sobre el pintor, o eventualmente lo que contradicen. Pero varias cosas del conjunto me han sorprendido, ante todo la importancia de las esculturas y tapicerías, desde la entrada, frente a nosotros, una obra antropomorfa de madera sobre la cual hay atados lana negra, hilo amarillo, un tela verde, un palo de escoba y como sombrero, un pedazo de fieltro rojo : collage tridimensional que representa a un pastor catalán. Al mirar esta obra desde el principio, entendemos porqué la exposición se intitula materialidad y metamorfosis : la materia misma se convierte en forma, dibujo, trazo.




Joan Miro, Sobreteixim 12, 1973, 200x235x40cm




Justo al lado, el primero de los "sobreteixims" a base de tapicería : una base tejida ruda, bruta, oscura (que Miró hace realizar por Josep Royo) sobre la cual ata cuerdas y dos baldes; de uno de ellos se vierte la pintura figurada con fieltro negro. Hay otras cuatro composiciones de la misma hechura y esta explotación de la materialidad es realmente impresionante. 




Joan Miro, Lienzo Quemado 3, 1973, 195x130cm





Otra manifestación de esta exploración es un lienzo quemado suspendido arriba, en el atrio : si podemos ver el derecho y el revés, percibimos la destrucción hecha a propósito por el pintor, vemos como ataca salvajemente el arte y todos sus símbolos y también el espacio que le deja al azar, azar de las llamas que ahuecan aquí y no allí. No se trata de una simple ruina, huella del desastre, es en si una obra cargada de sentido, pintada y repintada, arreglada, presentada : una película presenta a Miró quemando sus lienzos (cinco en total, aquí solo hay uno), lacerándolos, pisándolos y echándoles pintura a chorros, pasando un trapo húmedo para contener las llamas, luego pintando de nuevo con los dedos y redondeando delicadamente el borde de un hueco de quemadura. 




Joan Miro, Signos y Figuraciones, 1936, 99.5x124cm




Otra faceta de sus investigaciones lo llevó a pintar en otros soportes diferentes a los lienzos : representa una de las menores transgresiones a las reglas de la buena pintura, Miró se confronta con materiales de construcción, Masonite y Celotex a los que añade alquitrán, caseina, arena, piedritas, y reencuentra una forma de pintura bruta, salvaje, que le crea barreras y lo hace progresar. Las formas negras sobre papel con alquitrán y arena son de una sencillez extrema : la cifra 3 (¿serán senos?), una hormiga en forma de firma, un más y un menos (el primero es también una cruz), un regreso a formas esenciales. 





Joan Miro, Personajes en la noche, 28 mars 1968, 215x31cm





Vemos, más habituales, lienzos y dibujos sobre el signo, una escritura inventada que simplifica poco a poco, que estiliza y vuelve más abstracta : primero cuerpos femeninos, sexos y pechos, un ojo, una mariposa, casas estilizadas y luego, poco a poco círculos sencillos (a menudo de tres cuartos solamente, una marca abierta), líneas negras, puntos, pinceladas cada vez más claras, nudos de manchas de tinta en estrella. La segunda sala pone un lienzo largo horizontal en donde aparecen más formas corporales con un lienzo vertical encastrado en un marco dorado y rodeado de rojo en el cual las líneas blancas y los puntos de color no recuerdan nada identificable. 





Joan Miro, La Fornarina (Según Raphaël), 1929, 146x114cm





Toda una sala está dedicada al cuerpo, retratos intitulados Metamorfosis en los que el cuerpo de la mujer se deforma perdiendo toda proporción, también los dibujos que hizo en la Grande Chaumière en la que los cuerpos que se han vuelto óseos, cercados, llenos de carnosidades aberrantes, parecen chocar con las orillas de la página como si tratara de ampliarlas. Y allí en majestad el retrato de la Fornarina : del retrato de la amante de Raphaël no queda ninguna forma y sin embargo ella sigue ahí, el cuerpo simplificado al máximo, apenas una masa negra, cabeza y senos no son más que bulbos como aplastados, el turbante desproporcionado se ha vuelto cornudo, los ojos son un pez, y los trozos de cielo que aparecen a través del follaje se transformaron en puntitos rojos. Esta transformación radical de la forma, pero que respeta la idea, fue obtenida después de muchos dibujos preparatorios, que Miró apuntaba "demasiado realista", "pensando demasiado en mis cosas de antes". 





Casa de Serralves




La exposición no es cronológica, acerca obras alejadas en el tiempo pero que tienen los mismos motivos, el mismo modelo; más vale conocer bien a Miró para no perderse. Y, naturalmente, está lejos de ser exhaustiva (aps de cerámicas por ejemplo). Además de la satisfacción de ver obras nunca vistas hasta ahora y descubrir así aspectos menos conocidos de su obra, la interrogación que subsiste al final de la visita es sobre la adecuación del lugar (será acondicionado) : es verdad que la casa fue construida entre 1925 y 1945, es entonces contemporánea de Miró lo que crea coherencia; es verdad que construir un museo nuevo hubiera sido demasiado costoso. Y (en todo caso con la configuración actual) se pierde lo esencial del encanto y de la belleza de la Casa al cubrirla de paredes: no más espejos, no más vitrinas, la fluidez para circular que nos gustaba tanto se vuelve complicada, difícil, y sobretodo, sobretodo ya no se disfruta la armonía entre interior y exterior, entre arquitectura y jardín. Es al final del recorrido, cuando se entra en la tienda que recién arreglaron, que la mirada se libera, que la vista se abre, al fin. No sé bien lo que se podría hacer pero siento que algo me falta. Para que se consuele tiene que pasar por el guardarropa instalado en la capilla, de un esplendor extraño, y que antes abrían rara vez. 



Fotos del autor excepto Mujeres y Pájaros y la Fornarina


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