mardi 1 septembre 2015

Walk & Talk : salirse del White Cube





 
4 de agosto de 2015, por Lunettes Rouges






Alexandre Farto (Vhils), Faja de Baixo 2012, ph. Vitor Belanciano



El festival Walk and Talk no es solamente un lugar de exposición, es ante todo la manifestación de la voluntad de salir del White Cube, de abolir barreras alrededor del arte 'noble', de intervenir en los barrios. Ello toma la forma de residencias y talleres artístico-artesanales sobre el tejido, el bordado, la cestería, la tipografía, que, debo decir, me dejaron perplejo (será que soy demasiado 'high culture'...), y sobretodo de arte de la calle, de arte en la calle, de arte público. Las numerosas obras murales son de calidad desigual y al lado de pinturas bastante básicas y decorativas, se encuentran también algunas obras densas y creativas. Me sorprendió también que salvo alguna excepción (creo, pero no vi todo), no haya obras expresamente políticas siendo que el medio mural generalmente se presta muy bien para ello.



Doa, Ponta Delgada, 2012



Una de las obras murales más sutiles apenas si se ve, podría ser tan solo un conjunto de manchas sobre una pared deteriorada. Es al mirar más de cerca y con cierta luz, que uno empieza a reconocer formas, líneas, mapas, un archipiélago : y si algunas islas azores se reconocen fácilmente, otras no corresponden a nada conocido. La artista española DOA reconstituyó un archipiélago imaginario en donde aparecen no solamente las islas existentes sino aquellas que desaparecieron después de una erupción volcánica y de las cuales solo existe hoy alguna alusión en viejos libros mágicos, leyendas antiguas o vestigios arqueo-tectónicos. Ese trabajo sobre la desaparición de las tierras es él mismo un trabajo de desaparición : la lepra de la pared, la humedad marina, la sal y el viento borrarán poco a poco esta obra efímera, tan predestinada para la nada como lo fueron las misteriosas islas hundidas. 



Jacopo Ceccarelli (2051) San Roque, 2015



 Cartografía también, la obra mural de Jacopo Caccarelli, que trabaja bajo el seudónimo 2501 (también aquí), se estaba creando cuando nosotros pasamos. Se veía, alrededor de un mapa dorado del archipiélago, una ola inmensa de curvas concéntricas, como la representación del mar en los grabados medievales. Pero esos círculos podían ser también el corte del tronco de un árbol antiquísimo, marca tanto del tiempo como del lugar. Esta obra casi abstracta, hecha a mano alzada y que integra algunos accidentes, algunos colores, aportaba, en medio de tantas pinturas demasiado evidentes, una densidad inusual. Veamos también, en un estilo similar, igualmente depurado, la obra "volcánica" de María Pedro Olaio y Joao Valente, ensamblaje de lavas negras y baldosas blancas sobre una pared delante del museo (cerrado).




Freddy Sam, rua da Solidariedade, Lagoa, 2015



Entre las pinturas murales más figurativas, la del sudafricano Freddy Sam es una de las más impresionantes :  en un barrio de pescadores, calle de la Solidaridad en Lagoa, representa a tres jóvenes (que podemos encontrar en el puerto vecino), con el agua arriba de las piernas y sus miradas divergentes. Una delicada línea dorada une sus rostros, los une y los ciega, transformando esos retratos individuales en figuras universales. Es uno de los mejores ejemplos de colaboración entre artista extranjero y población local.



Alexandre Farto (Vhils), Ponta Delgada, 2011



 Y naturalmente la estrella indiscutible de ese capítulo es Vhils (Alexandre Farto), primero por su manera (quitar antes que añadir), luego por su implicación con las comunidades locales (como aquí, retratos de pescadores en un edificio frente al mar). En la parte alta de Ponta Delgada, transformó una casa burguesa en ruinas en un retrato apacible y sensual de una mujer con grandes manos mecedoras en cuyos brazos uno puede enroscarse (arriba). En un pequño puerto de pesca, zona de gran pobreza, se confrontó, además de las paredes, con un viejo barco de madera insignificante y al esculpirle motivos geométricos y rostros, volvió a darle alma. Puede que no sea causalidad que el barco se llame Leonardo, otro espíritu universal...





Alexandre Farto (Vhils), Rabo de Peixe, 2015, fot. Rui Soares



Así va el arte público en esta isla, subsistiendo de un año para otro, siempre visible pero desapareciendo poco a poco por los caprichos de la intemperie y creando algunas veces en los barrios un vínculo estrecho entre artistas y habitantes.

Viaje por invitación del festival

Fotos del autor excepto 1&6


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