jeudi 15 janvier 2015

La fotografía no es, ni será nunca toda la memoria del mundo

5 de enero de 2015, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)


Daniel Blaufuks, Toda la memoria del mundo (1a parte), foto Miss Dove


No es tanto una exposition sobre la Shoah como sobre la fotografía como herramienta imperfecta de la memoria, y sobre la dificultad de representar. 
Es la exposición de Daniel Blaufucks en el Museo del Chiado (hasta el 22 de marzo). No es, por lo esencial, une revisita del genocidio, es ante todo una exploración de la diferencia entre imagen y testimonio, entre real y representación. Desde la polémica entre Didi-Huberman y los amigos de Lanzmann* a propósito de las fotos del Sonderkommando de Auschwitz, ¿ Cómo es posible atestiguar todavía ?. Blaufucks, en Toda la memoria del mundo (1era parte ) ( y no habrá segunda parte ) vuelve al campo-ciudad de Theresienstadt, un tema que ya había explorado, pero, en lugar de un enfoque frontal difícil, hoy lo hace esencialmente a través de una pirueta, un desvío, vía dos libros, W de Perec y Austerlitz de Sebald, como dos sombras tutelares; dos libros ( el uno juego de palabras, el otro, juego de imágenes) que primero hablan de esta historia y de los recuerdos que engendra, pero cada quien a su manera, lo hacen navegando constantemente entre dos niveles diferentes, temas vecinos (y perdiéndonos en él), como anticipación del hipertexto.



Daniel Blaufuks, Toda la memoria del mundo (1era parte)



La exposición empieza con una serie de aforismos (algunos muy oulipianos, además) jugando con las palabras, Ausch(o)witz, Austerlistz, Theresien/stadt/bad, o con su sentido (I have no chilhood memories, Tu prefieres ser la pieza faltante del rompecabezas, dos citaciones de Perec) alrededor de la imagen de "mano pies contra cabeza" , como una enigmática carta para jugar : es M o W lo que está escrito en la palma?



Film Theresienstadt, de Kurt Gerron



Luego podemos ver una película de 4 horas 35 (duración de la visita de la delegación de la Cruz Roja al campo el 23 de junio de 1944), As if, hecha con planos fijos largos de la Terezin actual, entremezclada con algunas imágenes que subsisten de la película que rodó en el campo el prisionero Kurt Gerron durante el verano de 1944, después de la visita de la Cruz Roja (y su titulo no era, como lo han dicho a menudo, "El Führer les regala una ciudad a los judíos", sino "El Autogobierno de Theresienstadt por los judios"). En realidad, si uno se queda el tiempo suficiente delante de la pantalla, se sorprende esperando con impaciencia las imágenes en blanco y negro que contrastan con la monotonía de las fachadas rosadas y amarillas de la ciudad actual, pues los habitantes volvieron a vivir allí después de la guerra (como en Drancy) : cada imagen de la película de Gerron está cuidadosamente estampillada "STAGED NAZI FILM" como si hubiera una duda, como si (Blaufucks o ¿algún editor, al principio? No es el caso con las imágenes encontradas por internet) quisieran decirnos con precaución que esas imágenes bien reales son falsas, como si nos supusieran incapaces de entender por nosotros mismos. Lo que cuenta no es tanto lo que muestran en la película, la vida cotidiana en apariencia sencilla y alegre de los deportados, sino lo que no muestran, sufrimientos, castigos, torturas y el destino final (en Theresienstadt internaron a 141 000 personas de las cuales trasladaron 88 000 a los campos de exterminación en donde asesinaron a 33 430). Hay que leer el texto de Karel Margry sobre la realización de la película para entender la ingeniosidad y el vicio detrás de la película de propaganda. Esas imágenes en las cuales todo es real, pero falso, en las cuales el sentido reside en el vacío y no en la representación, forman una muy apropiada introducción para el resto de la exposición



Daniel Blaufuks, Toda la memoria del mundo (1a parte)e


Luego hay que pasar por una puerta, la mezzanine en la que hay libros disponibles sobre una mesa, alrededor de una estatua (de cosaco secuestrando a una muchacha?) que vimos en Austerlitz y que Blaufuks encontró en Terezin : libros de Blaufuks (esta vez en formato Série Noire), Perec, Sebald, Didi-Huberman, Modiano, y Kriegsfibel de Brecht (la segunda edición).
Y también, al lado de esos libros sobre la Shoah misma, hay otros que abren horizontes más amplios y que lanzan la reflexión sobre la imagen que Blaufuks proseguirá : Nadja, La invención de Morel, El estudio de Philippe-Alain Michaud sobre Aby Warburg, un catálogo sobre la foto espiritista, el Atlas de Ritcher. Pues se trata de atlas y de mnémosine, de colección y de yuxtaposición, de memoria y de fotografía, de diferencia y de similitud. ¿Cuál es el poder de las imágenes? , ¿Cual es su veracidad?. No es tanto el retoque, la falsedad material, como la reutilización, el hecho de sacarlas de su uso normal. En las paredes, después de dos guantes blancos (¿de bibliófilo o de cirujano?, ver más abajo), imágenes de objetos encontrados en los campos : Volkhard Knigge, director del Memorial de Buchenwald, decía (en aquella exposición) que "demasiado arte hace desaparecer esos objetos en el arte", y podemos preferir el enfoque más frío y clínico de Naomi Tereza Salmon, pero ello no es lo esencial aquí.


Daniel Blaufuks, Toda la memoria del mundo (1a parte), Rue Vilin (detalle)



Otro preludio, en un pasillo, con, al fondo, Charlot (la revista que la madre de Perec le regaló cuando lo vio por última vez) y dos grupos de fotos sobre la calle Vilin, que hoy ya no existe, en donde vivió Perec : 203 y Tracciones, poulbots (gamines, pícaros) de Belleville y balón rojo. Esos dos grupos anuncian la manera como se presenta el resto de la exposición : formas diferentes de ver, enfoques diversos, un trabajo de variaciones, colecciones, selecciones, un arreglo visual del cual puede surgir un sentido




Daniel Blaufuks,Toda la memoria del mundo (1a parte), Espartaquiadas, foto Miss Dove



La sala principal, corazón de la exposición, comprende entonces 22 "cuadros" (4 en la pared de la derecha, luego siguen 5, luego 6 a la izquierda y después 7 en la pared del fondo), todos son grupos de fotografías, grabados, postales, recortes de prensa, sobrecubiertas de libros, mapas... Hay que pasearse a través de las imágenes, meterse y perderse en ellas, y luego, al volver al centro de la sala, embriagado con la riqueza de esas yuxtaposiciones, intentar (o no) encontrarles un orden, una línea, un sentido.



Daniel Blaufuks, Toda la memoria del mundo (1a parte), W



Con un primer enfoque me pareció totalmente formal, como quien arregla las imágenes en el interior del cuadro. Dos de ellos, asilos y campos perfectamente alineados, dieciséis imágenes en formación perfecta , sin ninguna fantasía. En otras dos se percibe un intento de correspondencia entre forma y sentido : los capítulos de W en cursiva, parte funcional del libro, corresponden a una isla distópica dedicada al deporte, y, en ese cuadro las imágenes de los corredores forman un zigzag o una flecha dinámica; un cuadro más allá, las imágenes de las Espartaquiadas (más arriba) forman el óvalo de un estadio, en correspondencia con las Atlantiadas de W. Los otros cuadros están puestos de manera mas caótica, con partes recubiertas, mezclas, un patchwork de imágenes de las que a veces emerge ritmo, ondulación (como aquí abajo en el centro, con las imágenes de los convoyes yendo al campo, como el eco del ritmo ferroviario).



Daniel Blaufuks, Toda la memoria del mundo (1a parte), Estaciones, Hacia Auschwitz, Archivos



Claro está que lo esencial se encuentra en las imágenes; si se intenta poner orden o encontrar un hilo conductor, veremos primero cuadros de estructura, de arquitectura, de organización, con asilos y cuarteles, también refectorios y bibliotecas, estaciones y archivos, muchedumbres y faros. Luego veremos cuadros históricos, algunos que se han vuelto iconos : trenes hacia Auschwitz, los restos de deportados (dientes de oro y jabón), y otro terrible e insoportable, las marcas de arañazos en las paredes de las cámaras de gas (una huella...). Luego numerosos cuadros vinculados al Panteón de los autores que inspiraron a Blaufucks : una pared de seis cuadros sobre Austerlitz, los de la calle Vilin, sobre W y sobre Gaspard Winclerck, y otro sobre el invento de Morel.


Daniel Blaufuks, Toda la memoria del mundo (1a parte)


En fin, un cuadro, el quinto en la pared del fondo, es algo como la clave del conjunto, el centro de la telaraña que remite a todos los otros : a los libros ya mencionados y también a Noche y niebla, Marienbad, Borges, La Jetée, Chaplin, más disparatados y sin embargo muy reveladores, La isla del doctor Moreau y Vértigo (Boileau-Narcejac, y luego Hitchcock, con un vínculo hacia Rodenbach), y sin duda, muchos otros disimulados dentro de la cantidad de referencias (detalles arriba).


Daniel Blaufuks, Toda la memoria del mundo (1A parte), foto Miss Dove



Una vez afilada la curiosidad, el espíritu embriagado por todas esas pistas, para escapar de la confusión y del caos mental que podría resultar, solo nos queda interrogarnos sobre el poder de las imágenes : ¿Cómo pasa la fotografía de la sensación al sentido? ¿Cómo es posible no solamente ver sino sentir frente al desastre? (Y pensamos también en Jalal Toufik y en los artistas que inspiró, de Walid Raad a Alfredo Jaar) "tu no has visto nada en Hiroshima", nada tampoco en las fotografías de Auschwitz, ni en las de Rwanda, ni en las de Sabra y Chatila, nada del genocidio Armenio, nada, y ninguna fotografía podrá hacerte injerir la memoria de lo que fue. Aquí está el constato amargo y de impotencia en esta exposición : la fotografía no es, ni será nunca toda la memoria del mundo. En una entrevista, Blaufucks dijo : "la tarea del fotógrafo, hoy, es no fotografiar, sino saber detenerse, saber frenar el flujo"; yo encuentro en ello un eco que me impresiona.


Las fotos 1, 6 y 10 son de Susana Pomba (blog fotográfico sobre las exposiciones Miss Dove), que también me fotografió en pleno trabajo; las otras son mías, salvo el fotograma de la película (foto 3).


* Me parece que Daniel  Blaufucks no hace ninguna alusión, pero la polémica     sobre el papel de los dirigentes de la comunidad judía en Theresienstadt en Hungría y en otras partes, sobre el hecho de si 'colaboraron' o no con los nazis, fue fuerte, y Lanzmann, al oponérsele violentamente a Hannah Arendt (que me parece, fue la primera que acusó en su Informe sobre la banalidad del mal), contribuyó con su película sobre Benjamín Mursmelstein, una figura emblemática de esta 'colaboración' en Thereisenstadt.   


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