lundi 24 novembre 2014

Alix Cléo Roubaud, o el pequeño Wittgenstein fotográfico

10 novembre 2014, par Lunettes Rouges


Alix Cléo Roubaud, el beso, Saint- Félix, 1980

No se sabe por donde abordar la obra de Alix Cléo Roubaud, de la cual se exponen más de 200 fotografías en la Biblioteca Nacional(Mitterrand) hasta el 1 de febrero. Es prácticamente una primera exposición : en vida había formado parte de la exposición "Otra fotografía" en Créteil; y poco después de su muerte, su serie "si alguna cosa negro" se había expuesto en 1983 en los Encuentros de Arles, gracias a Alain Desvergnes, y a su viudo, el escritor oulipiano Jacques Roubaud, que en 2011 mostró esta misma serie y otras fotografías en el Centro Internacional de Poesía deMarsella, que él había dirigido antes.


Alix Cléo Roubaud, serie si alguna cosa negro, 8/17, 1980-81

Hasta ahora, de ella no conocíamos prácticamente sino reproducciones en libros, primero en su Diario, editado por Jacques Roubaud poco después de su muerte, luego en la biografía zigzagueante que acaba de dedicarle Hélène Guiannecchini, y en la película Las Fotos de Alix
que JeanEustache, del que fue la ultima amante antes de su suicidio, le dedicara en 1980. Película extraña en la que Boris Eustache hace de simplón y Alix desajusta a propósito imagen y relato (mostrando una cosa y describiéndola como si fuera otra) con una intención que se sitúa entre juego colegial, cuestionamiento de la representación y fracaso del verbo.


Alix Cléo Roubaud, Le 31 mai 1980, University Arms Hotel, Cambridge, chambre 217, 1980

La dificultad para escribir sobre Alix Cléo Roubaud se encuentra primero en su leyenda de astro oscuro, en esa sombra trágica que pesa sobre el cronista, en la facilidad que se tendría de hablar no tanto de su obra sino sobretodo de su lado tenebroso, alcohol, mundanidad, drogas, amantes, intentos de suicidio, y sobretodo asma y muerte a los 31 años y 9 días. Un poco como con Frida Khalo o Camille Claudel, habría que estar en perfecto acuerdo primero con sus espectros y no ver su obra sino a través de sus prismas. Y es todavía más difícil de evitar pues lo esencial de sus fotografías tienen que ver con lo intimo, con la familia, y en realidad, sobretodo con su cuerpo, desnudo, expuesto, impúdico, y el de su marido y sus amantes, allí la habitación y la cama están  omnipresentes : ¿qué distancia se puede tomar, qué mirada crítica se puede tener frente a esta exposición, frente a la abolición de fronteras, frente a una fotografía tan en ósmosis con su vida ?

Alix Cléo Roubaud, Quince minutos por la noche al ritmo de la respiración, 1980

No es que ello eche a perder su trabajo: si algunos retratos parecen revelar más bien una provocación atrevida, una serie como Quince minutos por la noche al ritmo de la respiración parece esencial : acostada boca arriba en un camino de tierra (desnuda, pero ¿qué importa?) y, durante una crisis de asma, pone la cámara sobre su pecho y deja el obturador abierto quince minutos. La imagen muestra las sombras de los árboles al final del camino, oscuros y borrosos, pero es sobre todo un testimonio del cuerpo de la fotógrafa, de su aliento ("un autorretrato a través del aliento" dice Hélène Giannecchini), como una premonición de su trágico fin : ahora bien,  a excepción de las estenopéicas corporales, el cuerpo del fotógrafo está casi siempre ausente en fotografía (sin contar los autorretratos), reducido al ojo delante del visor y al dedo en el obturador. Frente a tales fotografías es imposible abstraerse, tomar distancia, y allí reside toda la fuerza y el artificio de Alix Cléo Roubaud, al impedírnoslo.


Alix Cléo Roubaud, Autorretrato, 1980-82

Y, se diría que reina el artificio, ya sea la falsa descripción de imágenes en la película de Eustache, o el tratamiento al que se someten esas imágenes : para ella (antes de la llegada del numérico : "todo lo que cuentan sobre la futura foto sin película me parece dudoso"), el negativo es sólo un material (como la paleta del pintor, decía, y lo destruía sistemáticamente una vez realizado el revelado) que, para hacer obra, debe someterse a numerosas manipulaciones para distanciarlo de la representación de lo real, para ir hasta los límites de las posibilidades de lo visible : sobreexposiciones, sobrerevelados , curvas, borrosos, pinceles luminosos (no, ella no es la inventora), descuadrados, intervalos de la película, fragmentaciones, impresión de textos, (para ella lo escrito es clave, hay que decir y mostrar), y todas las investigaciones químicas y ópticas. Es una obra realmente experimental en todos lo sentidos y cuyo objetivo es a menudo mucho mas intelectual que formal. Tomaré como testigos la serie Alcools en las cuales chorreados de tinta de colores manchan las sabanas blancas : el homenaje a Morris Louis parece añadido, artificial, siendo que la imagen en si es de las más evocadoras, entre la blancura resplandeciente de las sábanas, las máculas de colores suaves, y la inevitable alusión a su alcoholismo (al menos que Apollinaire... ).



Alix Cléo Roubaud, ST, serie Alcools, Homenaje a Morris Louis, diciembre de 1980

Leyendo sus escritos dispersos, me cuesta reconocer en ella a la gran teórica desconocida de la fotografía que nos anuncian sus ditirambos : si algunos enunciados tienen cierta intensidad ("hacer una fotografía más fotográfica que la fotografía es decir más alejada de la realidad de lo que es para hacer sentir que es una fotografía y no lo real y todavía menos que lo real y todavía más lejos de lo real"), no fundan por lo tanto una teoría de la manipulación de imágenes, y además hay que organizarse con bonitas fórmulas poéticas y huecas "que seamos el cuarto oscuro el uno del otro". En el catálogo, Catherine Millet intenta anclarla en un paisaje artístico contemporáneo pasando por algunas referencias confusas  ("Vaso con Unglee, en Saint Germain, por la tarde") pero no es nada convincente.


Alix Cléo Roubaud, 14 de mayo de 1980, AviñóHotel de Franciahabitación 15, 1980

Lo que queda al final, fuera de formulas y leyendas es una forma de aspiración a la verdad, una búsqueda fotográfica que sobrepasa la experimentación y sobrepasa lo trágico. Wittgenstein, seguro de que ella proyectó escribir una tesis, no está lejos.



Alix Cléo Roubaud, Dos hermanas que no son hermanashacia 1980


Debo decir mi extrañeza, pues según sé, nadie evocó a Francesca Woodman (ella también bicultural, además) con un destino igual de trágico, con una fotografía igual de intima, y que para mi, se insubordinó unos años antes mucho más fundamentalmente que Alix Cléo ante la noción misma de fotografía. Podrá algún día un comisario valiente atreverse a confrontarlas?

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